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Me dijo que le había metido los cuernos.
No pensé que lo notaría.
Traté de disimular los rastros, pero lo notó en cuanto entré.
Intercambiamos un par de palabras, me miró profundamente y lanzó el grito, cual hiriente sapucay: VOS ME METISTE LOS CUERNOS, ante la mirada atónita de las demás chicas que se encontraban ahí.
Traté de explicarle, sin negar lo que a esta altura era evidente. No hubo caso. Siguió haciendo lo suyo repitiendo la frase una y otra vez y evitando mis ojos que pedían piedad.
No la hubo.
Fue implacable conmigo.
Esa tarde me retiré de la peluquería con varias mechas desparejas, el pelo de cualquier color y un peinado de la decada anterior..
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22.9.08
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4 comentarios:
basado en hechos reales??
Tan real como las hebillas que desde este finde, me tengo que poner cada mañana para aparentar ser una persona normal.
A esperar que crezca nomás.-
dramático!
igual, medio que hay que joderse..
Jajaj,
Si.
La promiscuidad peluqueril tiene sus bemoles.
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